domingo, 8 de diciembre de 2013

La cultura gitana (4ª y última parte))



LA  INTEGRACIÓN




     La integración no debería aplicarse a culturas sino a comunidades o grupos sociales. En este sentido, deberíamos de definir a que grupos nos estamos refiriendo. No podemos hablar de los gitanos en general ya que los grupos que conforman la romipen o "gitanidad" se diferencian grandemente entre si. Un gitano o Romá de Yugoslavia es muy diferente a un gitano español. E incluso dentro de los gitanos españoles encontramos diferencias importantes, no solamente regionales sino de clases sociales.
     Desgraciadamente cuando se habla de gitanos, la imagen es siempre la misma: el gitano chabolista, analfabeto, la mujer pidiendo limosna con el niño a cuesta, el drogadicto, etc. De los 750.000 gitanos que hay en España, esa imagen solo representa a una minoría. Sin embargo es la más visible y la más destacada por los medios de comunicación de forma negativa. Los periódicos nunca dicen que dos payos robaron un coche. Pero nunca fallan en recalcar la etnia si se trata de gitanos. Y es así que cuando un gitano es bueno, entonces es un hombre bueno. Pero cuando es malo, entonces es un gitano.
     Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de gitanos no son tan visibles. Trabajamos y vivimos como cualquier otra persona y solamente en nuestros principios vivimos nuestra gitanidad. Creo que en un sentido social estamos integrados. Pero, si lo que los payos quieren es que pensemos como ellos, entonces no es integración sino subordinación.
     En cuanto a la comunidad no gitana (paya), también encontramos diferencias culturales. Por ejemplo, un payo andaluz y un payo catalán.
     Es por eso que contestar a esta pregunta es prácticamente imposible a menos que seamos muy específicos y digamos: "Nos referimos al gitano ortodoxo, canastero, y a la sociedad paya de Cataluña". Porque si nos referimos a los gitanos andaluces sedentarios y a los payos andaluces, creo que hay una integración bastante cómoda, hasta el punto en que a veces no sabemos donde empieza lo andaluz y donde lo gitano.
     Teniendo en cuenta lo anterior y todas las excepciones lógicas, en general es difícil integrar dos grupos que vienen de culturas con filosofías opuestas. La cultura gitana la llamo "circular" (lo que en antropología seria "colectivista"). Es una cultura cerrada sobre si misma, centrada en la familia, tradiciones y costumbres. La comunidad, la familia, es más importante que el individuo.
     Por el contrario, una cultura "lineal" (individualista) se centra precisamente en el individuo. Lo más importante es el progreso tecnológico, el avance económico y la posición del individuo en la esfera social. Como ejemplo "par excellence" de cultura lineal tenemos a los EEUU.
     En España, dependiendo de la región, se ven trazos de ambas culturas,
siendo más colectivistas en el sur, más individualistas en el norte. Claro está que con múltiples excepciones.
     He aquí un ejemplo práctico de las diferencias entre culturas individualistas y colectivistas.
     Una señorita joven, soltera, profesional, ganando un sueldo bastante bueno, vive en un piso sola con su madre anciana aunque aún en buen estado de salud. Digamos que no tienen otros familiares. Como es natural, la joven ayuda a su madre en ciertas cosas como son llevarla al médico, sacarla de paseo de vez en cuando, etc. Pero por lo general la madre tiene sus amigas del barrio, sale por la mañana a hacer la compra, se reúne con ellas en la plaza, habla con los vecinos, etc.
     A la señorita le ofrecen un trabajo donde le pagan casi el doble de lo que gana actualmente y además de ser una promoción en su carrera, es un trabajo con más posibilidades de avance profesional.
     El problema es que este trabajo requiere mudarse a otra ciudad bastante lejos de la suya
     La señorita tiene dos opciones:
     1.- Dejar a la madre en una institución o asilo privado donde la atiendan bien y tenga todas sus necesidades cubiertas. La señorita vendría a visitarla tan a menudo como le fuera posible.
     2.- Llevarse a la madre con ella a la nueva ciudad donde seguirían viviendo juntas en el mismo piso o casa.
     Como persona individualista, la señorita piensa en si misma, en su avance profesional, en su carrera y en la mejoría económica. La madre queda relegada a segundo lugar. La primera opción la racionaliza y la excusa con eso de que pondría a la madre en un retiro de ancianos, privado, caro, donde estaría muy cómoda. Aparte de que la visitaría dos o tres veces al año y durante las vacaciones la llevaría a algún sitio.
     Ni que decir tiene que esto produciría un gran trauma a la madre, acostumbrada a vivir con su hija (único familiar), en su propia casa.
     Por eso la segunda opción parece ser mejor.
     La misma señorita, en el mismo caso, si fuera gitana o de otra cultura colectivista, no tiene ninguna opción más que rechazar el trabajo ya que su madre es más importante que todos los avances profesionales o económicos.
     Porque ni siquiera la segunda opción es valida ya que significaría sacar a la madre de un ambiente en la que se siente cómoda y acostumbrada, alejándola de todos sus amigos, etc. Está consciente que una mujer ya mayor no estaría a gusto en una ciudad nueva, donde no conoce a nadie, y "empatizando" con su madre, ni siquiera esta opción se le ocurre, ni siquiera se le pasa por la cabeza.
     Otra diferencia cultural es el concepto del tiempo. Los individualistas se rigen por "el reloj". Cada cosa tiene su tiempo. Los colectivistas se rigen por "acontecimientos".
     Por ejemplo, si un individualista esta trabajando y lo llaman para decirle que un familiar ha sido ingresado en un hospital, enseguida hará planes para ir a visitarlo después del trabajo o, dependiendo de la gravedad del asunto, al día siguiente, o esperará al fin de semana cuando tenga más tiempo libre.
     El gitano (colectivista) inmediatamente le pedirá permiso al jefe para salir del trabajo y visitar a su pariente. Dependiendo de la gravedad del asunto, puede darse el caso de que si el permiso se le niega, el gitano abandone el trabajo.
     Los que no conocen estas peculiaridades de la cultura gitana, podrían achacar esta conducta a una forma de ser irresponsable: Correr el riesgo de perder un trabajo por visitar a un pariente enfermo. Pero una vez más, hablamos de lo que en cada cultura se considera importante. En la gitana lo primero es la familia. Por tanto el gitano es responsable, solamente que su sentido de responsabilidad es diferente al del payo.
     La diferencia que tenemos en cuanto al concepto del tiempo se nota incluso en la forma de hablar. El payo, individualista (y por tanto muy puntual) diría con mucha formalidad: "Esto ocurrió en Junio del 1956."
     El gitano tiende a decir: "Esto paso en la casa de mi abuelo, cuando vivíamos en Utrera."
     La integración por tanto significaría cambiar toda una forma de sentir, pensar y vivir. Podemos imaginar, por los ejemplos dados, lo difícil que seria para el gitano trabajar y funcionar en un mundo regido por el reloj. Atenerse a un calendario rígido, ser puntual, etc.
     Por ejemplo, en sociedades individualistas, las reuniones de negocios se planean de antemano, con día y hora formal. Si la reunión es a las diez, todos llegan momentos antes de las diez. Si faltara alguien, se le espera por unos cinco o diez minutos y enseguida se procede con la reunión, estén o no estén todos.
     En las colectivistas, si la reunión es a las diez, no es raro que empiecen a llegar como media hora más tarde. Si falta alguien se le espera otra media hora. Es posible que lleguen las once y la reunión aun no haya empezado. Es posible que alguien mencione el hecho de que se esta haciendo tarde, que mejor se vayan a comer y se aplaza la reunión para otro día.
     El gitano estaría más cómodo con este último grupo. Por tanto, su integración tendrá más éxito conforme la sociedad sea más colectivista y menos individualista.
     No quiero decir con todo esto que el gitano no sea formal para el negocio. Simplemente que no se siente cómodo con las "formalidades". Puedo asegurar, sin embargo, que un médico gitano, si tiene que operar a las diez, estará operando a las diez y no a las diez y media. El truco esta en darle a cada cosa la importancia merecida y no más. Mientras para el individualista, todo parece ser de la misma importancia. Son muy burocráticos en sus pensamientos y conducta. Todo se lo toman demasiado en serio y por eso raramente sonríen.
     Para una integración del gitano en general tendríamos que examinar cuales valores son universales a la cultura y por tanto intocables y cuales otros son particulares y si pueden modificarse.
     Los valores universales de la Romipen, tales como el intenso amor y apego a la familia, el respeto a los mayores, la solidaridad, etc., no solamente son inmutables sino que son los cimientos de la cultura.
     Sin estos valores, no habría gitanidad.
     Aunque estemos generalizando, podemos decir que los catalanes tienen una cultura más individualista que los andaluces.
     Por tanto, una cultura colectivista como la es la gitana tendrá menos conflictos culturales con otra cultura colectivista como lo es la andaluza.
     Y de hecho está demostrado que de todas las regiones de España, el gitano está más aceptado en Andalucía y se nota un mayor grado de integración con la sociedad mayoritaria. También es cierto que es la región con el mayor numero de gitanos y quizás este ahí la clave: La convivencia, la familiaridad que tienen los payos andaluces con los gitanos andaluces, especialmente en pueblos y ciudades pequeñas, disminuye el recelo por ambas partes, promueve la simpatía mutua y por consiguiente el gitano es menos reacio a la integración.
     De todas formas, cuando hablamos de integraciones deberíamos de referirnos a integración laboral, escolar, etc., y no querer forzar al gitano a dejar de serlo. Eso ya lo intentaron desde los Reyes Católicos hasta Franco y si ellos y toda la Historia entremedio no pudieron cambiar el carácter del gitano, no creo que ahora, así porque si y porque algunos individuos paternalistas lo quieran, el gitano va a convertirse en payo.
     Lo que realmente necesitamos no es más integración, sino más igualdad de oportunidades.



                                                                                                               Miguel Mendiola



jueves, 5 de diciembre de 2013

La cultura gitana (3ªparte)



  El desempleo
 
   

     La pobreza y la ignorancia, catalizadas por la marginación social, producen un precipitado amargo del cual se derivan muchos otros problemas, entre ellos el del desempleo.
     Todos estos problemas se alimentan unos de los otros formando un círculo vicioso del cual es muy difícil salir. La situación es tan compleja que la única forma de analizarla adecuadamente es separando cuidadosamente todos los elementos.
     El problema del desempleo tiene que ser atacado en dos frentes: El de afuera, los obstáculos creados por la sociedad mayoritaria, y el de adentro, los creados por los propios gitanos.
     Estos últimos ni son tantos ni tan difíciles de resolver como nosotros mismos creemos. Sin embargo se usan más como excusa (por los racistas de turno) que aquellos más serios y permanentes creados por la sociedad dominante.
     El gitano marginado no está acostumbrado a trabajar en una fábrica con un horario rígido y teniendo que cumplir órdenes a cada momento. En este sentido, más individualista no se puede ser. Es una de esas contradicciones difíciles de explicar en la
cultura gitana.
     El gitano prefiere ser su propio jefe; tener su propio negocio, aunque ello signifique el sacrificar cierto bienestar económico o seguridad económica. Por un lado carece de la ambición del individualista; por el otro lado desea la independencia que precisamente ofrece el individualismo en su sentido más puro. Pero no es el momento oportuno para investigar más profundamente estas contradicciones. Nos interesa más, en este momento, el buscar soluciones a este grave problema del desempleo en la población
marginada del gitano.
     Y a pesar de esta actitud inicial de independencia que el gitano desea con respecto a cómo ganarse la vida, puede cambiarse si existen motivaciones más atractivas que las condiciones encontradas en una fábrica, por ejemplo.
     Habrá, sin dudas, algunos gitanos dispuestos a ser esclavos de un reloj y de una máquina, y a estos no se les debe de quitar ese derecho de trabajar en esas condiciones si así lo desean. Pero ¿por qué tenemos que mirar a puestos de trabajos que van en contra de la misma gitanidad, alma y espíritu del gitano?
     Si un gitano puede aprender el funcionamiento de una máquina moderna, también puede aprender el funcionamiento de una máquina fotográfica, por ejemplo.
     Hay oficios que sin ser tradicionalmente gitanos,  tienen algo común con la forma de ser del gitano. Un fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones no tiene que adherirse a horas rígidas y rutinarias. Trabajar por su cuenta y en un trabajo donde hay cierta creatividad, son dos condiciones muy bien vistas por la mayoría de los gitanos.
     Esta sería una forma de integrar laboralmente al gitano marginado.
     Cuando las asociaciones gitanas diseñen talleres o cursos profesionales para ciertos grupos de gitanos, deberían de tener en cuenta estos factores. Cualquier trabajo de cara al público es preferible a uno rutinario, monótono, aburrido, poniendo ladrillos o apretando tornillos en una fábrica.
     Pero aún así, sean entrenados para carpinteros o vendedores o representantes de productos, no basta con decirles: ya eres carpintero. ¡A trabajar!
     El gitano no está acostumbrado a entrar en una oficina de personal y pedir trabajo. En sociedades circulares los miembros se ayudan unos a otros. Los trabajos se buscan a través de recomendaciones. Los miembros no saben de papeleo, de solicitudes, de entrevistas. Esto también hay que meterlo en el currículum.
     Si es posible acompañarlos a la entrevista se les acompaña. Los gitanos no van por los montes solos. Eso solo pasa en las poesías y en las películas baratas. Y no se pueda cambiar en una generación la mentalidad de toda una cultura, muy vieja, de muchos años de hacer las cosas de una forma y de pronto hacerlas de otra.
     Entendamos que a los gitanos no les gusta salir de su ambiente, entrar en el del payo, en oficinas y bancos, solos. Esa ayuda emocional también es necesaria.
     Son muchos detalles como estos los que hay que tener en cuenta a la hora de querer integrar laboralmente a un gitano, especialmente a uno marginado, a un mundo que le es totalmente extraño, que solo ha visto de lejos, al que no está acostumbrado.
    Hacerlo de otra forma es condenarlo al fracaso incluso antes de empezar.
   






                                                                                                           Miguel Mendiola