lunes, 25 de mayo de 2015

Historias en un taxi II

    Hoy me cuenta un taxista aquella vez que cogieron su taxi una abuela con su nieto. Le dijo al taxista que llevara a la abuela a tal punto que él iba a seguirlo con la moto.
      Se montó la abuela con alguna dificultad debido a sus más de 80 años y el taxista procedió a iniciar el viaje. Tomó la SE-30 porque era mucho más corto y más rápido. La abuela empezó a decir que por dónde le estaba tirando...que por ahí no era, que era por otro sitio, que por ahí nunca le habían llevado. ¿Y mi nieto, dónde está?...señora, su nieto nos está siguiendo en la moto.
      Que no lo veo ( toa asustaíta)...que sí señora, que viene detrás de nosotros. ¡Que no, que no...( mirando hacia atrás) que no lo veo, que no lo veo! Mire usted señora, está justo detrás nuestra, eche un vistazo y lo verá. Entonces la abuela quiso abrir la puerta izquierda que era donde estaba sentada y no la pudo abrir. Ya el taxista se asustó y le dijo: ¡Señora, como no se esté quieta vamos a tener un problema!...
      ¡Que no veo a mi nieto, que no lo veo,  que seguro  se ha quedado allí con los amigos tomando cervezas y me ha dejado sola aquí con usted, que me bajo, que me bajo!...Entonces... se echó hacia la derecha y abrió la puerta en medio de la autovía. El taxista como pudo se echó hacia el arcén y pudo frenar a tiempo a que la abuela no se tirara.
      Rápidamente llegó el nieto que realmente estaba pegado al taxi y dijo: ¿Qué pasa, qué pasa?, ¿que, qué pasa? - dijo el taxista-...su abuela que se ha querido  bajar porque decía que no venía usted...
     ¡Vaya tela con mi abuela, si es que no está muy bien de la cabeza la pobre!...bueno, dígame cuánto le debo. 
     Mire, no le voy a cobrar nada, pero eso sí, su abuela no se monta más en mi taxi. Y allí dejó a los dos en medio de la autovía, aunque ya estaban cerca del destino.
     El susto que se llevó el taxista aquel día fue tremendo, tal que se fue para su casa porque los nervios que tenía no le dejaban seguir trabajando.
     Y es lo que digo yo...son cosas que pasan.


                                                                                                                        Continuará...

lunes, 18 de mayo de 2015

Historias en un taxi

 
     Durante milenios la raza humana ha estado buscando la verdad y el grado más alto del conocimiento...hasta que llegó Wikipedia. Pero nos vamos a olvidar por un momento de todo lo que pueda ser  útil para llegar a alcanzar estos datos
    
     La verdadera sabiduría reside en los taxistas; es un conocimiento ilimitado; es como una universidad en constante evolución. Almacenan toda clase de información y luego la procesan. 
    
     El cerebro humano tiene una gran capacidad de memoria. (Aunque debo decir que la mía es selectiva y a veces inane. Muchas veces me sorprendo a mí mismo al recordar esos datos que luego no sirven para la vida cotidiana, solamente para alguna rara vez que se esté hablando algo al respecto). No es más válido el que posee un gran territorio sino el que tiene más parcelas. Y es como decía mi hermano Miguel: "Algunas personas que estudian y llegan a doctorarse en una materia, solamente ven lo que tienen  de frente, al igual que el caballo cuando le ponen las orejeras".


                                                                                             



 
     Una vez un taxista llevaba de pasajeros a un inglés y a un catalán. Cuando ellos hablaban lo hacían en inglés. Iban hablando de sus monumentos.
     
     El inglés.- Que si el palacio de Buckingham era muy ostentoso, muy ceremonioso, que si de una belleza incomparable, etc.
     
     El catalán.- Que si la sagrada familia es el monumento más visitado de España, que si Gaudí era el mejor arquitecto de la historia, etc.
     
     Mientras tanto el taxista enterándose de todo lo que hablaban en inglés...y casi que iban despreciando lo que estaban viendo. Y dio la casualidad que pasaban en esos momentos por el palacio de San Telmo (donde aquella dalia que cuidaba Sevilla...) y preguntaron al taxista qué era aquello, rápidamente con el ingenio que caracteriza al sevillano, les dijo: ¡No sé, esto no estaba aquí hace quince minutos!
    
     
      Y ya no hablaron más...


                                                                                                  


                                                                                                                           Continuará...


                                                                                                                                                                   

domingo, 26 de abril de 2015

Híspalis romanae est

 
                                                                                                 ( 1ª parte )




      Si pensamos un poco en cómo fue aquella Sevilla antigua (la de los tranvías) o más antigua aún, aquella romana, aquella que los eruditos de la Historia la mira árabe, aquella que solo se robaban sábanas, aquella en la que en aquel tiempo solo había hambre y miseria para la mayoría de sus trescientos mil ciudadanos, quizás que no llegásemos a los cien mil habitantes dentro de la Sevilla propia, sin contar barriadas y suburbios. Una población pequeña, donde las tradiciones se conservaban.

     Pero también era una ciudad acogedora. Era difícil salir a la calle y no encontrarte con una cara conocida. Observando hábitos, costumbres y modales me recordaba a cualquier ciudad romana. Lo árabe y lo gótico me parecía superficial. Estaban a la vista en la arquitectura de catedrales y giraldas. Teníamos azoteas y alcantarillas, azulejos y almohadas. Pero a la hora de la verdad todos se comportaban como latinos. Todos somos béticos.

     Y cuando se levantaba un solar, no se encontraban columnas góticas, árabes o mozárabes. Sorprende que a tan poca profundidad, bajo un solar moderno, salgan a relucir arcos romanos. Y sorprende aún más que los eruditos de historia no le den importancia a este hecho. Es como si quisiéramos esconder nuestro origen, si este origen no es andalusí. Y así, con excepción de la muralla en la Macarena, ocultamos mármoles romanos en calles oscuras, columnas caídas y olvidadas.

     Fastidia enormemente, pues, la arrogancia de la Universidad. Yo no sé de lo que estoy hablando porque no tengo un diploma. "Esta cuestión es extremadamente compleja...", empiezan diciendo los historiadores porque no tienen ni puñetera idea de la verdadera historia sevillana. Pero tienen diplomas, estudian libros.

     Yo, por el contrario, voy al anfiteatro donde van a matar a seis toros y veo mujeres con mantilla y peinetas, como si fueran matronas de Itálica. Y veo hombres que aún usan brillantina. La emoción en las caras cuando salen los gladiadores y piden permiso al César. Los trajes de luces ya no están hechos de metal y cuero y el casco romano dio paso a la montera. Todo quedó simbólico, pero está a la vista.

     Levantan una piedra en la calle Céspedes y no sale un templo judío sino un escudo romano. Tiran la pared de una casa en la Puerta Carmona y no sale un retablo gótico sino un arco romano.

     Cambiaron nombres de calles y equivocadamente le atribuían los nombres antiguos a marqueses. No hubo tal Marqués de Luna. Señor historiador, si hubo tal marqués tomó el nombre de la calle y no al revés. Sol, Luna, Artemisa...

    Que no nos dé vergüenza de ser romanos. Luna suena mejor que Escuelas Pías, Betis mejor que Guadalquivir. Somos tan hispalenses como los de Huelva son onubenses. Y Sevilla no fue fundada por San Fernando ni por ninguna caja de ahorros...Heracles fundator.




                                                   Heracles me ediffico
                                                   Jvilio Cesar mecerco
                                                   demuros y tores altas
                                                   el rey sancto megano
                                                   con Garci Perez de Vargas




    
Resultado de imagen de Julio César y Hércules