martes, 10 de enero de 2017

La velocidad del tocino



          Ya estaban algo mayores, pero aún se valían por sí mismos.

           Aunque él en la cocina era completamente nulo, siempre estaba dispuesto a echar una mano a su mujer. 

          Ella tenía tanta energía y actividad que a veces daba hasta miedo estar a su lado.
       
          La noche anterior dejó los garbanzos en remojo con mucha agua. Y le dijo a su marido:

          - Te quedas pendiente del cocido, que voy al pescadero a ver si llego temprano para tener la cena esta noche. 

          Ella ya lo tenía todo preparado; había echado en la olla todos los ingredientes; la carne, el pollo, el tocino, el chorizo, la morcilla, etcétera... y le dijo:

          - Ve quitando la espuma que vuelvo enseguida.

          Él, viendo al lado el tocino tan tierno que tenía en un plato, fue a darle un mordisco y se le escurrió tan rápido, que no le dio tiempo a echarle mano cuando ya el tocino tomó tal velocidad, que desde la cocina se encajó en la puerta de entrada en un santiamén. Del zaguán salió a la calle, justo en el momento que llegaba ella de la pescadería. 

          Vio al marido que iba muy apurado queriendo atrapar al tocino que ya se encaminaba hacia la plazoleta. 

          Los pájaros revoloteaban alrededor del único árbol que quedaba en pie. Cuando vieron aquel manjar pasar delante de ellos tan rápido, no dudaron en ir a por él.

          Pero ella, llegó antes que él a la plazoleta y... como también había comprado el pan, al mismo tiempo que corría le iba echando migas a los pájaros. De tal forma que no sabían si ir a por el tocino o ir a por las migas. 

          Momento en que ella aprovechó para atrapar al tocino que ya se encaminaba hacia una alcantarilla.

          El marido que llegaba detrás casi corriendo, le dio tal empujón que el tocino cayó de nuevo al suelo. Un coche que pasaba en ese instante, se llevó con la rueda la mitad del tocino. La otra mitad salió disparada hacia un balcón en la que habían dos mujeres viendo toda aquella escena.

          Se miraron sorprendidas y le dijo una a la otra:

          - ¡Ea, ya tenemos el tocino pa la pringá!

          Quisieron coger en vuelo lo que quedaba del tocino, con tan mala suerte que el gato que tenían se olió la "tostá" y de un salto atrapó el tocino, pero en el vuelo no previno la caída. 

          Los pájaros que quedaron viendo todo lo que se formó en un momento en la plazoleta, vieron como un gato se les venía encima. 

          El gato que entre el tocino y los pájaros prefería a estos últimos; soltó el tocino que llevaba entre las uñas y de nuevo se vio en la plazoleta a merced de sus dueños, que no daban crédito de ver cómo pasaba de un lado hacia otro.

          Los dos fueron a por el tocino, al mismo tiempo que se les resbaló de las manos y se escurrió de nuevo. 

          Esta vez tomó una calle adoquinada y algo mojada, con lo cual el tocino tomó aún más velocidad. 

          La gente que estaban en los bares salían a la puerta viendo que lo que parecía un ratoncillo blanco, no era otra cosa que un tocino.
        
           - ¿Habéis visto el tocino la velocidad que lleva? - se decían unos a otros.

          Al final, volvieron a casa y se comieron la pringá sin el tocino.

          Nunca más se supo de él; no se sabe si los pájaros, el gato, o fue una alcantarilla quien se lo tragó, lo cierto es que... fue tierno mientras duró.

          Y es que se dice: "No tiene nada que ver el tocino con la velocidad"

          Pero en este caso que hemos visto en concreto, sí tiene que ver...

          Y mucho.

          

No hay comentarios:

Publicar un comentario